GOMBROWICZ EN EL ESCENARIO ARGENTINO: IRREVERENCIA, ESCÁNDALO Y OPCIÓN POR LA JUVENTUD Y POR LA POÉTICA DE LA INMADUREZ, de Cristian Cardozo

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GOMBROWICZ EN EL ESCENARIO ARGENTINO: IRREVERENCIA, ESCÁNDALO Y OPCIÓN POR LA JUVENTUD Y POR LA POÉTICA DE LA INMADUREZ

Cristian Cardozo

Antecedentes

El llamado “período argentino” de Gombrowicz abarca el lapso 1939-1963, tiempo durante el cual el escritor polaco es ignorado y marginado de manera recurrente por gran parte de sus pares intelectuales y las instancias locales de consagración en nuestro país. De hecho, hay quienes leen en el célebre contrapunto de Trans-Atlántico (1953) una fuerte crítica a los cenáculos intelectuales porteños de ese período, fundamentalmente, aquellos asociados al grupo Sur nucleado en torno a la figura tutelar de Victoria Ocampo. En tal sentido, lo que se propone en el presente trabajo es examinar algunas de las estrategias discursivas realizadas por Gombrowicz en el marco del proceso de gestión de la propia competencia para redefinir su “identidad social” y ser reconocido e incorporado por sus pares a esa trama de relaciones específicas ligada a la práctica profesional de la literatura en nuestro país. Aquí, el escándalo, la provocación, la opción por la juventud y por la poética de la inmadurez, entre otras, constituyen algunas de las estrategias discursivas más significativas de este proceso.

Escándalo, provocación, opción por la juventud y por la poética de la inmadurez como estrategias discursivas de la escritura gombrowicziana

Tal como señaláramos en otras oportunidades (Cardozo, 2009 y 2012), la transposición realizada por Gombrowicz de su práctica escrituraria de ficción a una isotopía estética –presentada como toda una teoría vinculada con las vanguardias y las teorías filosóficas reconocidas en el período 1939-1963– constituye una de las estrategias discursivas más destacadas y significativas de su novelística. Más aún, la misma estrategia se complementa con la construcción del rol temático de escritor y con todos los enunciados textuales y metatextuales sobre la escritura y, en conjunto, no solo configuran un rol creíble como consecuencia del oficio con el que Gombrowicz se presenta a sí mismo a esta altura de su trayectoria, sino que especifican el sistema de relaciones en el que el agente social polaco quiere ser reconocido e incorporado, primero en Argentina y más tarde en el circuito europeo.

Ahora bien, la presencia de la provocación, el escándalo, la opción por la juventud y por una poética “otra” como la de la forma e inmadurez resultan legibles en tanto estrategias, precisamente, a la luz de la filiación trazada entre novelística gombrowicziana y las vanguardias/teorías filosóficas reconocidas durante el llamado “período argentino”. ¿Qué señalar grosso modo a propósito de cada una de estas estrategias llevadas a cabo por el autor de Ferdydurke en el proceso de gestión de la propia competencia?
En principio, hay una constante como nota característica que se mantiene a lo largo del tiempo, incluso antes y después del “período argentino” (1939-1963): hablamos de la actitud provocativa que registran sus contemporáneos y que Gombrowicz usa como una forma de autoconstrucción que parece resultarle eficaz. Esta predisposición puede ser reconocida −tanto en el ámbito argentino como en el extranjero− en su práctica de la escritura −donde tiende a construirse en los términos de un escritor heterodoxo y polemista, formado en la vanguardia más exquisita y en los grandes clásicos de la literatura occidental y de la filosofía moderna− como en sus intervenciones públicas. En este punto, en relación con el proceso de gestión en Argentina no debe perderse de vista que se trata de una orientación recurrente en las acciones de Gombrowicz manifiesta en su participación en reuniones y/o tertulias; las clases de literatura que dicta para un auditorio acotado1; las disertaciones en las que discurre sobre lo literario2; las críticas dirigidas hacia algunos agentes y agencias del campo intelectual argentino de ese período como la SADE o algunos miembros del grupo Sur. La polémica, el escándalo, la provocación −como formas de construir su identidad social como escritor− y su puesta en valor están conectadas con la “excentricidad” y con aquellas operaciones que a veces llevan a Gombrowicz a presentarse frente a sus pares como conde o aristócrata conectado con la nobleza de su país3. Sobre la actitud provocativa leemos:

A veces íbamos a casa de Ernesto Sabato, o a casa de Cecilia Debenedetti o a casa de María Rosa Olivier, una mujer rica que escribía y recibía a los artistas. Una tarde, en medio de una discusión, Gombrowicz y Piñera se lanzaron una serie de provocaciones mutuas un tanto fuertes referidas al arte y a la literatura. Se estimulaban con paradojas, juegos de palabras (…) En esa época la gente era muy conservadora y se escandalizaba con facilidad. Nos burlábamos de todo el mundo, especialmente de los que ponían el arte en un pedestal. (Rodríguez Tomeu, en R. Gombrowicz, 2008: 90-91)

Le había propuesto dar clases a un grupo de personas (señala Silvina Ocampo) (…) Nunca conseguimos ponernos de acuerdo sobre el asunto. Me proponía cosas raras y se enojaba porque no aceptaba sus ideas. No nos entendió y no lo entendimos (en referencia al grupo Sur) (…) Era muy orgulloso; es lo que explica su comportamiento. Era más antisocial, salvaje (…) que agresivo. (Ocampo, en R. Gombrowicz, 2008: 70)

Al margen de las valoraciones presentes en los testimonios citados −que por momentos se deslizan hacia el plano de la psicología y del comportamiento de Gombrowicz−4 lo cierto es que estos pasajes dan cuenta del escándalo, la provocación y la polémica como notas que definen uno de los aspectos de la gestión del agente.

En este sentido, al observar la trayectoria de Gombrowicz encontramos un ejemplo acabado de esta actitud provocativa que registran sus contemporáneos y que, como apuntamos, parece resultarle eficaz. Hacemos referencia a lo que el propio Gombrowicz designa como el “Operativo bochinche” −realizado antes de la aparición de Ferdydurke en el medio local− y a las acciones que le siguen en el marco del proceso de gestión de la propia competencia para ser reconocido e incorporado en esta trama de relaciones específica. Concluida la traducción colectiva de la novela, restaba encontrar un editor para un libro que, en palabras de Piñera, no era “fácil” sumado al hecho de que su autor era prácticamente desconocido tanto en Argentina como en Londres o París, “Extremo este de gran importancia para un editor” (Piñera, en R. Gombrowicz, 2008: 86) habida cuenta de la dependencia cultural de nuestro país. Una vez resuelto el problema de quién iba a editar la novela del escritor polaco5, comienza el “Operativo bochinche” que básicamente consiste en la intensa publicidad que el propio Gombrowicz hace de su libro. Al respecto, en carta a Piñera, se lee:

La próxima aparición de Ferdydurke despierta cada vez mayor interés y no me acuerdo de que ningún libro fuese tan discutido antes de nacer. Si Ferdydurke no desmiente lo que se dice de él, será un verdadero acontecimiento literario de primera magnitud. (W. Gombrowicz, en R. Gombrowicz, 2008: 98)6

De igual modo, en relación con esta estrategia desplegada por el agente, tanto antes como después de su aparición, anota Piñera:

Así, pues, Ferdydurke acababa de nacer en su versión al español (…) En los días que siguieron a la salida de la novela, Gombrowicz no se dio descanso en lo que se refiere a la promoción. A este objeto fuimos él y yo a Radio El Mundo, donde tuvo lugar una entrevista sobre su Ferdydurke. Gombrowicz estaba obsedido, literalmente desesperado, por la “salida” de Ferdydurke. (Piñera, en R. Gombrowicz, 2008: 88)

Entre las acciones desplegadas por el agente para promocionar su novela se pueden identificar tres prácticas concretas: en primer lugar, un texto publicitario redactado por el mismo Gombrowicz que “debía ir firmado por un miembro del Comité de Traducción y ser enviado a la prensa a la salida de Ferdydurke” (107). Se destaca, en segundo lugar, una carta dirigida a la SADE, escrita en 1947 y anterior a la publicación de Ferdydurke. En ella, Gombrowicz solicita el apoyo de dicha institución para seguir desarrollando su práctica de la escritura. Por último, cabe señalar una carta de Gombrowicz cuyo destinatario es Eduardo Mallea, quien en 1944 había garantizado el acceso al discurso de Gombrowicz en el suplemento literario de La Nación en donde el escritor polaco publicó tres colaboraciones. El contenido de la esquela dirigida al autor de Historia de una pasión argentina (1937) pone de manifiesto el reconocimiento de su gravitación en el campo local por parte de Gombrowicz. Al mismo tiempo, la carta en sí constituye una acción concreta del agente que funciona en distintos niveles: por un lado, está orientada a conseguir el respaldo de Mallea al proyecto de traducción de Ferdydurke. Por el otro, tiene como propósito lograr acceder al discurso a través de editoriales de primera línea en el campo.

Cabe detenerse ahora en los tres argumentos esgrimidos en el texto publicitario redactado por el propio Gombrowicz que debía ser enviado a la prensa tras la aparición de Ferdydurke: 1) la referencia a la crítica polaca −encarnada en la figura de Casimiro Czachowski, en tanto voz autorizada de su campo literario de origen− que consagra la novela y ubica a su autor como representante de la vanguardia junto con escritores de la talla de Bruno Schulz y Stanisław Witkiewicz. 2) La filiación de la novela, dada su alta calidad espiritual y artística, en una tradición selectiva que incluye nada menos que los nombres de Kafka, Joyce y Proust. 3) Ligado a su inscripción en las vanguardias y, por lo mismo, al carácter experimental que lo atraviesa, su valor como libro “de combate” o “de choque”.

Tras la aparición de Ferdydurke en el medio local y frente a la percepción del agente acerca de la ineficacia/fracaso −al menos en lo inmediato− en la gestión de sus recursos ante la mayoría de sus pares, encontramos dos nuevas acciones enmarcadas en esta actitud combativa y contestataria de Gombrowicz: la conferencia titulada “Contra los poetas”7, seguida de la aparición, en septiembre de 1947, de Aurora, la revista de choque −en sintonía con los gestos de irreverencia propios de todo movimiento de vanguardia− redactada íntegramente por el escritor polaco. Tanto una como otra acción están orientadas a provocar el mundo literario local que, al decir de Rodríguez Tomeu, “había ignorado Ferdydurke” (Rodríguez Tomeu, en R. Gombrowicz, 2008: 91)8. Al margen de lo anecdótico del caso, lo cierto es que −en el artículo de fondo de su revista− Gombrowicz cuestiona tácitamente el cosmopolitismo impulsado por los colaboradores de Sur y su sistema de traducciones, ya que se ocupa de criticar “la Literatura Perfecta, (y) la actitud servil de numerosos intelectuales argentinos con respecto a París” (92). Estas acciones del agente no tienen repercusiones en el campo de ese momento ni logran instalar un debate con aquellos interlocutores con los cuales polemiza acerca de los modos valiosos de hacer literatura9. Por lo tanto, no le resulta eficaz y necesita cambiar. Además, este vacío o indiferencia se traduce en que no haya habido un segundo número de Aurora y, más tarde, se complementa con el silencio de la crítica tras la publicación en nuestro país de El casamiento (1948) a través del sello editorial EAM, de su mecenas y amiga, Cecilia Benedit.

En síntesis, de acuerdo con nuestra lectura, tanto las percepciones de Gombrowicz sobre lo posible o accesible para su competencia en esa trama de relaciones específica como su trayectoria ponen de manifiesto una marcada predisposición a actuar de manera contestataria. Frente a las posibilidades que se le presentan, esta orientación le resulta eficaz y le genera reconocimiento en el campo literario argentino, al menos, frente a algunos de sus pares escritores. No obstante, hay otras acciones del agente que dan cuenta de la incorporación de ciertas reglas que rigen el escenario local aunque luego van a ser dejadas de lado: por ejemplo, la importancia asignada al entrar en relación con determinados interlocutores con peso en el campo −como Mallea− ya que pueden garantizar el acceso al discurso, a colaboraciones, a editoriales, o bien la relevancia de contar con el respaldo de quienes integran algunas instituciones con gravitación en dicho sistema como la SADE. De ahí las gestiones del escritor polaco en tal sentido mencionadas al abordar el “Operativo bochinche” previo a la publicación de Ferdydurke10. Junto a estas disposiciones generales, los aprendizajes realizados a partir de éxitos pero, sobre todo, de los fracasos permiten reconocer en la trayectoria de Gombrowicz un rechazo a las reglas de juego que acabamos de señalar y, en consecuencia, una reorientación en sus acciones hacia otro objetivo y una nueva trama de relaciones ubicada en París.

En filiación con la actitud polémica que Gombrowicz usa como una estrategia y forma de autoconstrucción puede advertirse cómo precisamente la provocación y el rechazo de lo establecido son principios reconocibles en la elaboración de sus obras en consonancia con un “modo de hacer” que valoran las vanguardias. Esto último se conecta no solo con la singularidad de su novelística, sino también con una predisposición que tiene que ver con la puesta en valor de una poética y de una escritura experimental que se opone a las dominantes narrativas del mismo período. En efecto, aun cuando la novelística escrita en nuestro país no se inscribe de manera directa en el proceso de gestión orientado al reconocimiento posterior de Gombrowicz en Argentina, tanto la práctica escrituraria gombrowicziana como su ponderación −en especial en el momento previo y posterior a la aparición de Ferdydurke en castellano en 1947− constituyen un principio de diferenciación frente a las dominantes narrativas que atraviesan el campo literario argentino no solo hacia fines de los cuarenta sino a lo largo del período 1939-1963. Además, esta escritura experimental y su puesta en valor también pueden ser entendidas como respuestas al medio intelectual de ese momento tanto en nuestro país como en el extranjero puesto que ponen en evidencia el rechazo hacia otras formas u opciones de hacer literatura y el cuestionamiento de las poéticas que las sustentan. Como es de esperar, tal desconocimiento hacia otras opciones o modos de hacer ficción durante el “período argentino” y la ponderación de la propia literatura se hacen visibles, especialmente, a través de la publicación de Ferdydurke (1947) en el escenario local. La misma predisposición de Gombrowicz se manifiesta, primero, por medio de la reescritura al castellano y la aparición de la pieza El casamiento (1948), y, más tarde, a través de la novelística escrita en Argentina conforme a la poética de la forma y de la inmadurez11.

Como se sabe, después del “Operativo bochinche” y del fracaso editorial de Ferdydurke en 1947 se puede advertir una nueva orientación de las acciones de Gombrowicz al gestionar su competencia en el escenario argentino. De ahora en más, el agente conjuga elementos o aprendizajes ya incorporados que se mantienen, algunos que se potencian y otros inéditos, conforme a lo que viene realizando hasta el momento. Frente al fracaso a la hora de entrar en relación con los consagrados del medio local, uno de los aspectos que se mantiene a lo largo de toda la trayectoria de Gombrowicz en Argentina es la preferencia por establecer su sistema de relaciones con agentes intelectuales jóvenes, con aquellos que −al igual que él− se encuentran al comienzo de sus carreras como escritores profesionales y, por lo mismo, en posiciones periféricas en el campo literario12. De ahí sus vínculos iniciales con aquellos que participan en la empresa de traducción de Ferdydurke; de ahí también sus vínculos posteriores, hacia el final de su trayectoria, con el grupo de Tandil.

La preferencia por la juventud −al establecer alianzas con sus pares− deviene en otro principio de diferenciación del agente al construir su identidad social en el campo y funciona como correlato no solo de la polémica, del escándalo y la provocación −ya sea al escribir, ya sea en sus intervenciones públicas− sino también de la poética de la forma y de la inmadurez que sostiene su práctica de la literatura. En cuanto a las discrepancias con el medio local, algunas de las acciones de Gombrowicz de este momento permiten reconocer una intensificación de ese rechazo que se hace manifiesto a partir de una toma de distancia frente al ambiente literario argentino y de las críticas que formula hacia algunas instituciones como la SADE13. Al mismo tiempo, mientras que algunas acciones de Gombrowicz dan cuenta de estos desencuentros con agentes y agencias con gravitación en el campo literario local en el que quiere ser reconocido e incorporado, pueden reconocerse otras que, como señalamos, están dirigidas hacia un escenario diferente con epicentro en París, en el que también comienza a gestionar su identidad social: hablamos del mundo literario europeo.

Como correlato de esta operación de “construirse” en otro sistema diferente al del campo literario argentino, se advierte una intensificación de la práctica escrituraria de Gombrowicz. Este incremento o puesta en valor de una forma de escribir ficción heterodoxa y vanguardista se explica, en parte, a la luz de su participación en ese sistema de relaciones en el extranjero que acabamos de mencionar. Sin embargo, en tanto práctica específica, aun cuando no se inscribe de manera directa en el proceso de gestión orientado al reconocimiento posterior de Gombrowicz en nuestro país, no puede ser separada de sus condiciones de producción en el medio literario local.

En tal sentido, la novelística gombrowicziana es el resultado de una práctica de la literatura producida en los bordes de nuestro campo intelectual pero que, de manera significativa, construye un destinatario ubicado en el extranjero como consecuencia de que hay una clara opción por desarrollar temas universales14 que, como señaláramos, poco tienen que ver con los tópicos y las dominantes narrativas producidas en Argentina durante el mismo período. Estamos frente a una novelística escrita entre 1950 y 1963, dirigida a un lector ubicado en otro sistema, es decir, a los agentes y agencias del campo literario europeo, con epicentro en París. Y aquí curiosamente, pese a su posición crítica y a sus ataques a los escritores del medio local −sobre todo, a la constelación de colaboradores vinculados con el grupo Sur− por su dependencia cultural con respecto a Londres y París, Gombrowicz termina por gestionar su competencia y definir su identidad social, precisamente, en ese sistema cuya legalidad antes había cuestionado15. De esta forma, sus acciones dan cuenta del reconocimiento otorgado, tácitamente, no solo a los agentes y agencias posicionados en el mundillo literario europeo sino también al peso de los juicios de valor que estos pueden formular. Esto, en la medida en que dichas evaluaciones, en el caso de ser positivas, devienen en un principio de diferenciación que puede incidir −y de hecho incide− en la identidad social de Gombrowicz como escritor tanto en el extranjero como más tarde en el medio local. En este sentido, aun cuando esta operación coincide prácticamente con el final de su trayectoria en nuestro país, solo una vez que la sanción de la crítica europea se materializa en favor de su obra −entre fines de los cincuenta y comienzos de los sesenta−, Gombrowicz está en condiciones de volver a gestionar y a redefinir su identidad social en el escenario argentino. Dicho reconocimiento deviene en una propiedad eficiente que ahora sí puede ostentar frente a sus pares escritores y a las instituciones que conforman este sistema de relaciones y tienen la capacidad de consagrarlo.

Si se atiende al tramo final del “período argentino” del escritor polaco, sobre todo, una vez que empiezan a correr los años sesenta, se destaca una vez más como estrategia discursiva la opción tanto por continuar escribiendo conforme a la poética de la forma/de la inmadurez y su concepción de la literatura como por privilegiar sus relaciones con aquellos escritores que se encuentran en los inicios de sus trayectorias en el campo literario local.16 En estas zonas marginales del campo intelectual es precisamente donde se materializa el principio del reconocimiento de Gombrowicz –y por extensión, de su poética− en nuestro país, poco antes de su viaje a Europa. Entre enero de 1961 y marzo de 1963, se publican algunos artículos en Clarín y La Razón junto a una entrevista en el diario La Prensa que dan cuenta no solo de la puesta en valor de la literatura gombrowicziana −al menos para ciertas zonas o cofradías intelectuales− sino que también deben ser entendidos como otros modos del agente polaco de gestionar la propia competencia en el escenario argentino antes de abandonarlo.

Finalmente, la última acción de Gombrowicz con base en los aprendizajes realizados en su derrotero por el campo literario local, marca el cierre de lo que hemos designado el “período argentino”: hablamos de la Beca de la Fundación Ford que el escritor polaco acepta para ir un año a Berlín en donde se suma al Parnaso de los escritores europeos más destacados de ese momento, entre los que se encuentran Michel Butor, Peter Weiss y Günter Grass. El viaje se inicia el 8 de abril de 1963 y sella su salida para siempre de Argentina.

Consideraciones finales

Al atender, a modo de cierre, tanto a la posición marginal que Gombrowicz ocupa en el campo literario local durante todo el “período argentino” como a la eficacia acotada/relativa derivada del proceso de gestión de la propia competencia, encontramos una serie de opciones y de estrategias discursivas que guardan relación con estas condiciones de producción y, por lo mismo, encuentran un principio de explicación parcial en ellas.

Hablamos nuevamente de la autoconstrucción como escritor heterodoxo y polemista que se apoya en la propia experiencia, formado en la vanguardia europea más exquisita y en los grandes clásicos tanto de la literatura occidental como de la filosofía moderna. Autoconstrucción por medio de la cual Gombrowicz busca definir y reafirmar su identidad social en la práctica de la literatura. En tal sentido, la autoconstrucción presente en las novelas como escritor heterodoxo y polemista no es un dato menor, ya que Gombrowicz despliega toda una serie de mecanismos y procedimientos orientados a fundar su autoridad en aquellos temas sobre los que discute y polemiza con los demás, principalmente con las llamadas “tías culturales”. Estas representan la voz o la posición asumida no solo por otros agentes intelectuales con gravitación en el sistema de relaciones en el cual Gombrowicz se inscribe y quiere ser reconocido en cada caso17, sino también por aquellos agentes que encarnan la crítica literaria y las instituciones con capacidad de consagrar escritores. De ahí, en el marco de esta lucha “por el poder de la palabra”, la importancia acordada a la ostentación de la propia competencia, particularmente en el orden del saber sobre aquello de lo que habla pero también en el orden de un “saber hacer” específico sobre el cual polemiza: la práctica literaria propiamente dicha plasmada a través de la escritura. Por este motivo, en el discurso gombrowicziano adquiere relevancia la inscripción de su novelística en una tradición selectiva que incluye grandes nombres de la literatura universal como Rabelais, Dickens, Cervantes, Dante, Goethe, entre otros18. Al mismo tiempo, se subraya el peso o valor de una escritura que por sus características da cuenta de un “saber hacer” y/o de una idoneidad asociada a Gombrowicz y a su identidad social como escritor profesional. Como estrategia, este autoconstruirse en los términos de escritor díscolo, polemista y provocador −ya sea en su novelística, ya sea a partir de otras acciones o prácticas concretas llevadas adelante por el agente en el escenario argentino y en el extranjero− responde al gesto típico valorado por la vanguardia cuando, desde los márgenes, irrumpe en el campo intelectual del cual forma parte tanto para negar su legalidad y las formas consagradas de hacer literatura que imperan en él como para lograr que se imponga una norma propia y distinta, considerada como la más valiosa a la hora de escribir. Nuevamente entonces, el escándalo, la provocación, el rechazo, la negación y una poética otra.

Como es de esperar, la novelística escrita por Gombrowicz responde precisamente a esa norma diferenciada que viene a negar otros modos de escribir como los que imperan en Europa o en el escenario argentino que va de principios de los años cuarenta a mediados de los sesenta, desde el apogeo y auge del grupo Sur hasta su ocaso con la irrupción/consolidación de los actores de la nueva izquierda intelectual o franja “contestataria” en nuestro país19. En efecto, la obra producida por Gombrowicz es una escritura diferente, ligada a la experimentación, que responde a lo que hemos dado en llamar la poética “de la forma y de la inmadurez” ya presente en Ferdydurke de 1937 y puesta en valor en el resto de las novelas escritas en nuestro país durante el llamado “período argentino”.

Citas

1 Como las impartidas al círculo íntimo de la hija del poeta Arturo Capdevila, en las cuales desprecia y demuele sistemáticamente autores europeos, como Huxley o Duhamel, en sintonía con el gusto de su auditorio.

2 Pensemos en aquella que pronuncia en la casa de Berni, o bien la polémica conferencia “Contra los poetas”. Al respecto de este clima de polémica/provocación en este tipo de intervenciones, remitimos a los testimonios formulados por Rodríguez Tomeu y Juan Carlos Paz (R. Gombrowicz, 2008: 119 y Grinberg, 2004: 101-102, respectivamente).

3 Esta estrategia es recuperada de manera explícita en Trans-Atlántico (1953), en especial, al comienzo de la historia y de forma indirecta en el resto de su novelística al pronunciarse sobre hábitos, costumbres, creencias y prejuicios tanto de la nobleza polaca como de los habitantes de las zonas rurales de su país. Asimismo, a propósito de las estrategias de autoconstrucción del “Conde sin Condado” (Di Paola, 2000: 374) véase, entre otros, los testimonios de Pla, Berni y Piñera recogidos en R. Gombrowicz (2008).

4 Dimensiones que exceden los alcances del marco teórico desde el cual reflexionamos y, por lo mismo, de nuestro trabajo.

5 Entre fines de 1946 y principios de 1947 se llevan adelante las negociaciones con editorial Argos para la publicación de Ferdydurke, la cual finalmente se produce en abril de este último año en la colección “Obras de ficción” (86).

6 Para una lectura detallada sobre las estrategias desplegadas por Gombrowicz para promocionar su Ferdydurke, véase la correspondencia anotada por Virgilio Piñera en R. Gombrowicz (2008: 93-98). Asimismo, no debe perderse de vista aquí que por medio de reseñas críticas en diarios y revistas −en algunos casos, de interlocutores afines a Gombrowicz− se instala el debate sobre Ferdydurke en ciertas zonas del campo literario argentino de ese momento.

7 No debe perderse de vista que la conferencia pone de manifiesto el lugar periférico que Gombrowicz todavía ocupa en el medio literario local después de ocho años de trayectoria en él. Esta condición marginal lo mueve a reconocer su falta de legitimidad como escritor frente a sus pares argentinos y su relación, aún de exterioridad, con la lengua castellana (120).

8 Según lo referido por el escritor cubano, la idea de Gombrowicz era fundar una revista junto a él y a Piñera. No obstante, este último termina publicando Victrola, su propia revista. Para una lectura completa de los entretelones de estas acciones y las disputas entre Gombrowicz y Piñera, véase el testimonio completo de Rodríguez Tomeu (89-92).

9 La revista de Gombrowicz contó con una tirada de cien ejemplares que se distribuyeron de forma gratuita entre sus conocidos y amigos y, según refiere Rodríguez Tomeu, “también entre los miembros del grupo Ocampo” (91) en donde el escritor cubano tenía amistades.

10 En otras palabras, si pensamos en la actitud provocativa y contestataria de Gombrowicz, esta constituye una manera de gestionar que es anterior y posterior al “período argentino” que estamos examinando. Sin embargo, en el escenario de nuestro país, la trayectoria de Gombrowicz también pone de manifiesto disposiciones a actuar conforme a las reglas de juego que regulan el campo literario argentino aunque aquellas no le resultan eficaces o “rentables”. Pensemos de nuevo en lo referido a Mallea y al apoyo que este escritor solía brindar a los recién iniciados en la literatura; en la importancia asignada a relacionarse con los escritores de Sur; en la inquietud de Gombrowicz frente a las críticas formuladas por Sabato y Raimundo Lida a la traducción de Ferdydurke, etcétera.

11 Al examinar esta última orientación se hacen visibles algunos aspectos que resultan significativos para explicar, al menos parcialmente, la gestión de la propia competencia realizada por Gombrowicz en el circuito extranjero con sede en París: como apuntáramos, en Ferdydurke puede reconocerse una serie de operaciones que tienden a lo general/lo universal y, por lo mismo, favorecen su legibilidad en condiciones distintas. En este sentido, al abordar el resto de los textos que conforman su novelística encontramos una constante en la escritura gombrowicziana en la medida en que se advierte una tendencia por conservar, expandir, matizar, aquellas operaciones que tienden a lo general y que favorecen la legibilidad de los enunciados producidos. De ahí la búsqueda y la presencia de rasgos universales −como el policial en Cosmos y el barroco en Trans-Atlántico− que vuelven legible una obra excéntrica y experimental. De manera complementaria a la puesta en valor de su literatura, la trayectoria de Gombrowicz da cuenta de una predisposición a explicar las novelas escritas frente a las interpretaciones erróneas por medio de enunciados textuales y metatextuales que tienden a estabilizar la lectura. Pensemos en los prólogos que preceden al resto de los textos que conforman su novelística.

12 Lo cual, como se vio, no obtura la posibilidad de que Gombrowicz haya tenido acceso a interlocutores de mayor gravitación o visibilidad en el campo literario argentino como Ernesto Sabato y Carlos Mastronardi −ligados a Sur−; Arturo Capdevila y Manuel Gálvez −en la etapa de los inicios del escritor polaco en nuestro país−, o bien el acceso −por medio de terceros− a autores de la talla de Eduardo Mallea.

13 A propósito de las críticas de Gombrowicz a la SADE, en testimonios formulados por algunos miembros del grupo de Tandil hacia 1963, se puede leer: muchos sabrán que escribió de la SADE (…) ‘Si allí, Dios no lo quiera, estallara un incendio, todos morirían carbonizados pues nadie se atrevería a gritar: ¡bomberos! Que es palabra cursi y ya ha sido dicha’ (Di Paola, en Grinberg, 2004: 60). Asimismo, en referencia a las relaciones tensas y distantes con esta agencia del campo literario argentino, leemos: “Europa toda aclama a Gombrowicz, como uno de los mejores escritores del siglo XX. Este genio inmaduro vivió entre nosotros largos años. La SADE jamás le abrió sus puertas. Sobre él cayó una cruel cortina de silencio” (Riva, en Grinberg, 2004: 60).

14 Como la problemática de la forma ligada a la dicotomía naturaleza/cultura; la oposición entre nacionalismo/universalidad en las referencias a la literatura; el conflicto entre individuo/Nación a la que se pertenece y la relación tensiva entre madurez/inmadurez en la existencia humana, por mencionar algunos ejemplos.

15 De ahí la relevancia que cobra, por ejemplo, desarrollar temas universales, habida cuenta de que, al no estar condicionados por los sistemas culturales nacionales, favorecen la legibilidad y, por lo mismo, la recepción de una literatura incómoda y experimental.

16 Esta opción por volver a fórmulas exitosas tiene que ver con su consolidación progresiva en el circuito extranjero. Recordemos cómo en La seducción (1960) Gombrowicz regresa momentáneamente a formas de escritura más convencionales ligadas a la estética realista/costumbrista. No obstante, el éxito de la versión en francés de Ferdydurke −publicada en 1958 casi dos años después de la escritura (entre 1956-1958) de La seducción− explicaría la puesta en valor de su poética a través del carácter experimental de Cosmos (1964).

17 Se trata de escritores, editores, traductores, etcétera, que pueden estar ubicados en el sistema de la literatura argentina, en el circuito de los intelectuales emigrados polacos con sede en París, o bien en la trama de relaciones propia de la literatura polaca de entreguerras y posterior a esta contienda bélica.

18 A estos nombres se suman, a su vez, los de otra tradición selectiva en clave filosófica: fundamentalmente, los de Schopenhauer, Nietzsche y Sartre.

19 Piénsese de nuevo en el rechazo de Gombrowicz por el panteón de escritores europeos consagrados en Londres y París. De igual modo, si se atiende al escenario argentino, las novelas se diferencian de las formas o modos dominantes de hacer literatura de este período, tanto de los modelos asociados al cosmopolitismo y las poéticas promovidas por el grupo Sur como de la literatura −inscripta en distintas variantes del realismo− producida por autores como Manauta, Wernicke, Varela y Kordon.

Bibliografía

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Grinberg, Miguel (2004). Evocando a Gombrowicz. Buenos Aires: Galerna.

Para leer El fantasma de Gombrowicz recorre la Argentina completo, pasen por acá.