Las veinte entradas a Gombrowicz
La gente del blog Idiomas olvidados armó una muy buena miscelánea con fragmentos de y sobre Gombrowicz. Hay textos de Ferdydurke, Cosmos y Trans-Atlántico, pero también de Sobre Gombrowicz, de Arthur Sandauer y Ricardo Cano Gaviria, o de El estilo y la heráldica, de Germán García. Acá reproducimos las veinte entradas y un texto preliminar que las acompaña; también pueden leer todo por acá:
http://inutilesmisterios.blogspot.com.ar/2014/01/las-20-entradas-gombrowicz.html
De los llamados “tres mosqueteros” polacos, Bruno Schulz, Stanislaw Witkiewicz y Witold Gombrowicz, éste es el que me resultaba menos ‘simpático’. Y es que Gombro ha hecho mucho para resultar, cuando menos, algo fastidioso. Marginal, proveniente de la aristocracia de un país al que él (y muchos muchos otros, por cierto) consideraban menor en el plano cultural a los grandes de Europa, exiliado en la Argentina durante muchos años, por fuera de los círculos literarios ‘oficiales’, Gombrowicz ha desarrollado la fuerza de su obra en oposición a ciertos mundos habituales.
Pero la falta de simpatía no me ha impedido valorarlo. No tanto en su obra de ficción, que sigo sin poder apreciar del todo, sino en sus múltiples entrevistas, sus Diarios, su “Testamento”, y los ensayos que ha generado alrededor del conjunto obra/autor en diversos ámbitos.
Hay algo desagradable en Witold, eso que él no se cansa de llamar lo abyecto, aquello que ha gobernado su existencia hasta encontrar, en la literatura, una manera de hacer algo con eso, que no fuera la simple autodestrucción. Todo aquello que lo había hecho sentir marginado, oculto, viviendo sus secretos a escondidas, funcionó como material de su escritura. “En cuanto ser anormal, retorcido, degenerado, abominable y solitario, que camina pegado a las paredes. ¿Dónde buscar ese fallo secreto que me arrojaba lejos del rebaño humano?” Es extraordinaria la cantidad de veces que aparece la palabra, el concepto, “vergüenza” tanto en sus obras de ficción como en sus recuerdos, diarios y entrevistas. Decenas de veces. “Dicho de otro modo, puedo llevar en mí todas las abominaciones del mundo, pero si sé valerme de ellas, ¡me convierto en dueño y señor!” Esa es la parte que rechazo -no sin conciencia de los entretelones posibles de ese rechazo, esta vez el mío– de Gombrowicz. El permanente asedio de lo que humilla y avergüenza. Es verdad: con eso precisamente construyó su obra. ¿Lograda? ¿Logrado el desagrado, así como cierta simpatía extraña, del lector? Cada uno responderá a su manera a este interrogante.
En un texto que ha tenido mucha relevancia, al menos en otros tiempos, Michel Leiris, hablando de L’Age d’homme, dice: “Un problema le atormentaba, le causaba mala conciencia y le impedía escribir: lo que sucede en el terreno de la escritura, ¿no carece de valor si queda >estético<, anodino, desprovisto de sanción, si no hay nada, en el hecho de escribir una obra, equivalente (y aquí interviene una de las imágenes más queridas del autor) a lo que para el torero es el cuerno acerado del toro que -en razón de la amenaza material que encierra- confiere una realidad humana a su arte, le impide ser otra cosa que vanos encantos de bailarina?
“Poner al desnudo ciertas obsesiones de orden sentimental o sexual, confesar públicamente algunas de las deficiencias o de las bajezas que más le avergüenzan: tal fue para el autor el medio -grosero, sin duda, pero que ofrece a otros en espera de verlo enmendado- de introducir aunque sólo fuese la sombra de un cuerno de toro en una obra literaria.”*
Gombrowicz logró reconocimiento pleno a su regreso a Europa, instalado en París. Pero aún así, no perdió la condición de rebelde, contestatario, de verdadero escritor marginal, con una obra llena de originalidad.
No cuesta ningún trabajo encontrar “20 entradas” a Gombrowicz. Las entrevistas son tan ricas en ideas, en reflejos de su intenso trabajo interior, que se podría multiplicar esa cifra varias veces.
Así, elegir sólo 20 es un esfuerzo paradojal: hay que dejar afuera una gran cantidad de apreciaciones, conceptos desafiantes, intensidades.
La pasión literaria de este escritor nacido el 4 de agosto de 1904 en Maloszyce, a 200 Km al sur de Varsovia y muerto el 24 de julio de 1969 en Vence, Francia, es realmente extraordinaria. Su valoración de la inmadurez -un concepto, al igual que el de la Forma, central en su obra- remueven a los lectores tanto en el sentido del hábito, como en el de lo establecido y cerrado.
1. (Acerca de estar en Argentina)
Habiendo perdido mi rango social, mi familia, mis costumbres, habiendo encontrado el anonimato, me sentía diez veces mejor, me sentía liberado. En Polonia pertenecía a la clase superior, y en Polonia, país anacrónico y pobre, todas esas cosas tenían un aspecto algo grotesco. Y eso me cansaba. Por ejemplo, había una diferencia muy grande entre el pueblo, que era analfabeto, y los señores, con sus lujos y comodidades, que era mucho más chocante que en Francia, por ejemplo. De manera que en Polonia me sentía mal en la forma. Y sentía también que esa forma nuestra es ridícula, mala, sospechosa. [A]
2.
Y cuando hace poco leí (Pingaud) que en el estructuralismo “ya no se actúa, uno es actuado, ya no se habla, uno es hablado”, era como si estuviese oyendo a mi protagonista de La boda (año 1947): “No somos nosotros quienes decimos las palabras, son las palabras las que nos dicen a nosotros”. No, no es una pequeña coincidencia incidental; toda mi
obra tiene sus raíces, desde su origen, en este drama de la forma. El conflicto del hombre con la forma, he aquí mi tema fundamental. [A]
3.
Vinculé mi experiencia privada a ese panorama general de la humanidad, y gané con ello una tranquilidad relativa. No era el único en ser camaleón, todo el mundo lo era. Se trataba de la nueva condición humana, y había que tomar conciencia de ella rápidamente.
Me convertí en “el poeta de la forma”.
Me apunté a mí mismo.
Descubrí la realidad del hombre en esa irrealidad a que está condenado. [B]
4.
Ninguna obra de arte deja de poseer dos caras. Es desinteresada, está constituida por la pura contemplación; pero también es el resultado de una ambición, de un deseo de ser superior a los demás. El artista aspira a la aprobación, ¡y aún si es tan desinteresado y puro como una lágrima, esta pureza no deja de favorecer el éxito de la obra, y resulta ser la vía de la expansión personal! Pasar por alto y en silencio este segundo aspecto del arte es tanto como empobrecerlo, falsificarlo, y… y… ¡Ah! ¡Al demonio!… Acaso yo, el autor, debo permitir a quienquiera que me desfigure como se le antoje? [B]
5.
¿Mi padre? Un hombre guapo, alto, distinguido, muy correcto y puntual, metódico, con horizontes no demasiado amplios, poco sensible a las cosas del arte, católico practicante, pero sin exageración. Y mi madre era toda vivacidad, sensible, dotada de una excesiva imaginación, perezosa, indolente, demasiado nerviosa, llena de complejos, de fobias, de ilusiones. (En la familia de los Kotkowski había muchos casos de enfermedades mentales; cuando iba a casa de mi abuelo, en el campo, me moría de miedo: la casa, grande y de una sola planta, estaba dividida en dos partes; en una vivía mi abuela, y en la otra su hijo, el hermano de mi madre, un loco incurable que de noche deambulaba por las habitaciones vacías intentando ahogar su miedo con extraños discursos, que se transformaban poco a poco en raros cánticos para acabar en aullidos inhumanos. La cosa duraba toda la noche; yo respiraba una atmósfera de locura.) [C]
6.
Qué monstruosa es la virilidad, que no tiene en cuenta su propia fealdad, que no se preocupa de si gusta o no, que es un acto de expansión y violencia y, sobre todo, de dominación, un señorío que busca sólo su satisfacción propia…[D]
7.
El veintiuno de agosto del año de gracia de 1939, llegué a bordo del Chobry a Buenos Aires […] Mi compañero, Czeslaw Strasewicz, compartía conmigo el camarote […] De pronto, Czeslaw irrumpió con un periódico en nuestro camarote (porque seguíamos viviendo en el barco): ‘¡No tiene remedio, la guerra estallará de hoy a mañana! El capitán ha dado la orden de zarpar mañana porque, aún en el caso de que no podamos llegar a Polonia, tal vez logremos atracar en las costas de Inglaterra o Escocia’.[…] yo, con un hombre que cargaba mis dos maletas, bajé por la pasarela a tierra y empecé a alejarme. [E]
Si en Transatlántico me pinté como un desertor es porque moralmente era un desertor. No hay nada que decir, me hallaba trastornado, anonadado, pero me sentía asimismo feliz de encontrarme milagrosamente al abrigo allende el océano. [C]
8.
“Todas esas bromas, lanzadas con la desenvoltura de la que sólo es capaz la verdadera aristocracia fueron seguidas por movimientos y gestos cuyo significado… ¡ay!, hubiese preferido no comprender, hundirme en mi sillón inmóvil y no comprender. Y no hablo del hecho de que la oreja, la nariz, el cuello, el piececito enloquecían, se volvían frenéticos… El banquero, al inhalar el humo de su cigarrillo, hacía aparecer pequeños aros azules. ¡Si sólo fueran uno o dos! Pero los hacía uno tras otro con aquella bocaza de embudo. La condesa y la marquesa le aplaudían. Cada aro subía, se elevaba, y luego se disolvía en melodiosas espirales. La mano de la condesa, larga, blanca, serpentina, se había posado en el terciopelo de su sillón, mientras la nerviosa pantorrilla se contorsionaba bajo la mesa, insidiosa como una víbora, negra y punzante. Comencé a sentirme a disgusto. Pero no bastaba,,, Juro que no exagero… el barón había llevado la desvergüenza al grado de levantar el labio superior, sacar del bolsillo un mondadientes y comenzar a hurgarse los dientes, sus ricos dientes putrefactos recamados con placas de oro.” [G]
9.
1963- ¡Qué de aventuras, qué de incidentes con lo real durante esta inmersión en el fondo de las tinieblas!
Lógica interior y lógica exterior.
Astucias de la lógica.
Riesgos intelectuales: las analogías, las oposiciones, las simetrías…
Ritmos furiosos, acelerados brúscamente, de una Realidad que se desencadena. Y que estalla. Catástrofe. Vergüenza.
La realidad que de pronto se desborda debido a un hecho excesivo.
Creación de tentáculos laterales… de cavidades oscuras… de fracturas cada vez más dolorosas… Frenos… curvas…
La idea gira en torno a mí como un animal salvaje…
Etc., etc.
[…]
Hay algo en la conciencia que se convierte en trampa de ella misma. [H]
10.
“¿Por qué se dirigía a Karol? Si estaba asustado, era el último a quien debía elegir. Pero Fryderk era de los que llaman al lobo del bosque, precisamente porque no quieren llamarle mediante su propio imantado terror, el terror que magnifica, que crea. Y una vez que lo había llamado, no sabía hacer más que excitarlo, que ponerlo fiero. Su conciencia era tan torturante, tan imprevisible, precisamente porque él no la experimentaba como una luz, sino tan sólo como oscuridad -era para él un elemento tan ciego como el instinto, no confiaba en ella, se sentía sometido a su poder, pero no sabía adónde le guiaba.” [I]
11.
Uno termina siendo esclavo de sí mismo. Yo me siento esclavo de un tal Gombrowicz a quien yo mismo he formado. Ahora sería cuestión incluso de rebelarse contra él… pero es
muy difícil, es demasiado tarde. [A]
12.
Deseo aclarar a quienes pudieran estar interesados en ello, que nunca, a excepción de unas aventuras esporádicas a muy temprana edad, he sido homosexual. Tal vez no sepa hacer frente a la mujer, no sé hacerle frente en el terreno afectivo, ya que existe en mí una especie de bloqueo sentimental, como si temiera el afecto…, y, sin embargo, la mujer, sobre todo un determinado tipo de mujer, me atrae y me cautiva. [J]
13.
Mi madre supuso para mí una escuela de los valores. Exasperado hasta lo indecible por su autoengaño, agudicé en mí el sentimiento de la qualitas, del valor… lo que constituye la base de todo trabajo artístico. El arte es precisamente eso: la elección de lo mejor, el rechazo de lo no tan bueno; se basa en la más rigurosa jerarquía de los valores, en una valoración continua. […] De mi madre proviene mi culto a la realidad. Me considero un realista acérrimo. Uno de los objetivos principales de mi escritura consiste en abrir un camino a través de lo Irreal hasta la Realidad. Creo que ella fue la primera quimera que combatí. [C]
14.
¡Maldita degradación de la Humanidad! ¡Maldita esta condición nuestra de cerdos embadurnados de barro! ¡Maldita nuestra Charca! Aquel que a mi lado Caminaba y a cuyo lado yo Caminaba no era Toro, sino Vaca.
El Hombre que siendo Hombre no quiere ser Hombre y corre detrás de los Hombres y los Persigue como un obseso y a los Hombres adora, ay, y con los Hombres se excita, a los Hombres desea, a los Hombres mira goloso, les coquetea, los galantea, los adula, es llamado desdeñosamente por el pueblo de este país un “puto”. [K]
15.
Lo que yo me propongo en mis obras es quizá sencillamente debilitar todas las construcciones de la moral premeditada, a fin de que nuestro reflejo moral inmediato, el más espontáneo, pueda manifestarse. […]
Un Arte explícitamente moralizador, o realmente demasiado “noble”, es para mí un fenómeno irritante en extremo. Que el escritor sea moral, de acuerdo; pero que hable de otra cosa. Que la moral nazca de sí misma, al margen de la obra.
Como escritor (la sinceridad) es lo que más temo. En literatura, la sinceridad no conduce a nada.. He aquí otra de las antinomias dinámicas del arte: cuanto más artificiales somos, más probabilidades tenemos de llegar a la franqueza; el artificio permite al artista el acercamiento a las verdades vergonzosas. [B]
16.
¡Romper! ¡Huir! El escritor, el artista, o cualquiera que aspire a su desarrollo espiritual, en Polonia o en Argentina no debe sentirse sino un residente, y ha de considerar a Polonia o a Argentina como un obstáculo, casi como un enemigo. Es el único modo de encontrarse realmente a gusto en la cultura. [C]
Todo se me presentaba como una maliciosa caricatura. Mi familia, mi esfera social: ampulosas, mimadas y blandengues. La sociedad, la nación, el Estado: enemigos. El ejército: un mal sueño. Los ideales, ideologías: lugares comunes. Pero el peor, el más artificial, el más pretencioso, era yo mismo: cada palabra me salía diferente a como yo deseaba, cada gesto estaba contaminado. [F]
Desmentir, aunque sea un poquito, he ahí la suprema necesidad del arte actual. [C]
17.
“Llegad y acercáos a mí, comenzad vuestro estrujamiento, hacedme una nueva facha para que de nuevo tenga que huir de vosotros en otros hombres, y correr, correr, correr a través de toda la humanidad. Pues no hay huida ante la facha sino en otra facha y ante el hombre podemos refugiarnos sólo en otro hombre. Y ante el culeíto ya no hay ninguna huida. ¡Perseguidme si queréis! Huyo con mi facha en las manos.” [L: es el párrafo final]
18.
Mi padre murió. Al escribir a alguien agradeciéndole sus condolencias, hice un borrón en la carta. La eché al correo con la mancha…, adrede, como queriendo decir que, en un momento tan trágico, tales manchas carecen de importancia. Todavía me ruborizo al recordarlo. Me limito expresamente a semejantes fruslerías. Pero ¡cuál no será su poder
cuando treinta años después aún me ruborizo! [C]
19.
Una vez expresada, la idea más salvaje se civiliza cien veces más deprisa de lo que cabría imaginar. [C]
[¿Cómo no recordar las palabras de Michaux: “Todo lo raro pierde un 90% en el habla.”]
20.
Borges y yo somos polos opuestos. El se halla enraizado en la literatura, yo en la vida. A decir verdad, yo soy antiliterario. Precisamente por ese motivo un acercamiento entre Borges y yo hubiera podido resultar fructífero, pero se interpusieron algunas diferencias técnicas. Nos encontramos una o dos veces, y eso fue todo.
[…]
Su inteligencia no me deslumbró; sólo más tarde, cuando leí sus obras propiamente artísticas (sus cuentos), no pude por menos de reconocer que poseía una rara perspicacia de alma y de espíritu.
[..]
Por consiguiente, en su ceguera, Borges se ha vuelto cada vez más profundo, y en su trato con el mundo exterior, cada vez más superficial. [C]
Fuentes:
[A] Witold Gombrowicz. Autobiografía sucinta, textos y entrevistas. Cuadernos Anagrama, 1972.[B] Witold Gombrowicz conversa con Dominique de Roux. Lo humano en busca de lo humano. Siglo XXI, 1970.
[C]Witold Gombrowicz. Testamento. Anagrama. Biblioteca de la memoria. 1991.
[D] Witold Gombrowicz. Diario (1953-1969). Seix Barral, 2005.
[E] Arthur Sandauer/ Ricardo Cano Gaviria. Sobre Gombrowicz. Cuadernos Anagrama, 1972.
[F] Germán Leopoldo García. Gombrowicz. El estilo y la heráldica. Atuel, 1992.
[G] Witold Gombrowicz. La virginidad. Tusquets, 1970.
Witold Gombriwicz. Bakakaï. Tusquets, 1986.
Este cuento, llamado “El festín de la condesa Kotlubaj”, se encuentra en ambas ediciones.
[H] Witold Gombrowicz. Cosmos. Seix Barral, 1969.
[I] Witold Gombrowicz. La seducción. Seix Barral, 1982.
[J] Witold Gombrowicz. Diario (1953-1969).
[K] Witold Gombrowicz.Transatlántico. Anagrama, 1986.
[L] Witold Gombrowicz. Ferdydurke. Sudamericana, 1983.
* Michel Leiris. La literatura considerada como una tauromaquia. Tusquets, 1975.