Salud, Gombrowicz
En 2004, el año Gombrowicz por el centenario de su nacimiento, Claudio Zeiger escribió para Página/12 el artículo Salud, Gombrowicz, en el que hace un repaso por varios de los textos críticos que se escribieron sobre Witoldo; la nota la pueden leer completa por acá, o siguiendo el link:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-1357-2004-12-17.html
Quiérase o no, las fechas tienen su peso. Para el centenario del nacimiento de Witold Gombrowicz (4 de agosto de 1904), una serie de libros que rondan la figura del más polaco de los escritores argentinos (o el más argentino de los escritores polacos) crearon un modesto canon –encabezado por los propios libros del autor que viene publicando Seix Barral– y una serie de ensayos heterodoxos que se fueron apilando sobre nuestros escritorios como quien no quiere la cosa. Y de a poco los fuimos leyendo –nada de cajonear libros–, desde agosto a la fecha. La intención de este artículo es, muy modestamente, dar cuenta de estas aproximaciones al autor de Ferdydurke antes de que se termine el año gombrowiczano.
Gombrowicz, este hombre me causa problemas, dice su autor (el “fiel Goma”), “fue escrito con el amor que un amigo tiene por otro, pero sin ninguna actitud reverencial”. Juan Carlos Gómez ya había publicado las cartas de Gombrowicz en 1999; aquí revisa diversos tópicos del polaco (dolor, aburrimiento, ciencia, bellas artes, etcétera). Ameno y evocativo, Gómez se suma con nostalgia y sin reverencias al homenaje centenario. Otro tanto sucede con Evocando a Gombrowicz, recopilación y fotos de Miguel Grinberg. Las fotos son un excelente material (la que acompaña esta nota fue tomada de este libro) documental. Los textos ofrecen un poco de todo en línea heterodoxa (Grinberg, Virgilio Piñera, Jorge Di Paola, Mariano Betelú, Jorge Lavelli, entre otros), entrevistas, prólogos y dibujos.
Un librito muy curioso resulta ser Mastronardi-Gombrowicz, una amistad singular de Emma Barrandéguy. La autora de Habitaciones, recientemente rescatada y reivindicada, hace un productivo cruce entre el poeta entrerriano y el polaco, dos personalidades altamente diferenciadas; indaga acerca de la amistad y el papel por ausencia de la mujer en las vidas de estos caballeros literatos. Un hallazgo.
Otro cruce protagonizado por el polaco (y que corría el riesgo de ser opacado por el de Piglia y Aira) se puede leer en Fricciones de Tomás Abraham. Aquí la confrontación es con Bruno Schulz y el ensayo de Abraham redunda en una semblanza de la cultura y la literatura polacas en la Argentina.
En fin: probablemente se crucen en estas líneas puntos de vista controversiales, y más de uno implicado aquí sonreirá al verse enredado con otros implicados irreconciliables entre sí, pero así son las herencias y los herederos: complicados. Lo cierto es que ninguno de estos ensayos son laudatorios protocolos de pomposos aniversarios; son fulgores mucho más leves, destellos que aún brillan a pesar del transcurso del tiempo (y, en varios casos emprendimientos editoriales independientes), y por eso se vuelven más entrañables y queribles en este año que se termina para empezar, pronto, con el segundo centenario de Gombrowicz.