Gombrowicz también es café en saquitos
Yolanda Segura (desde México)
Hace un año que empezó el congreso al que me integré un par de meses antes desde la organización. Eran mis últimos días en Buenos Aires y, en lugar de pasear, yo estaba feliz en la Biblioteca Nacional con un equipo maravilloso. La tensión de todos los días, la sonrisa al final, con el trabajo concluido, la fiesta y el tour gombrowicziano, como si todo se hubiera alineado para que Buenos Aires se me presentara generosa, amable, abierta en esa última semana. Fue mi oportunidad de ver y participar en la hechura de un congreso, de conocer a más locos como yo que laburan por el puro gusto, de comer empanadas una y otra vez, hasta el infinito, hasta sentir que todas las empanadas son la continuación de una primera e infinita. Mi oportunidad de probar el café en saquito (no sé si me recuperé ya de eso) pero, sobre todo, mi oportunidad de hacer un sitio al cual querer volver.