GOMBROWICZ, ESCRITOR DE LA DIALÉCTICA
Guillermo Martínez
Quiero empezar mi exposición con una cita típicamente modesta de Gombrowicz (y ya en sí misma un buen ejemplo de la dialéctica de la cantidad y la calidad):
Finalmente tengo que formular (pues veo que nadie lo hará en mi lugar) el problema fundamental de nuestro tiempo, aquel que domina por entero toda la episteme occidental. No es el problema de la Historia, ni el de la Existencia, ni el de la Praxis, o de la Estructura, o del Cogito, o del Siquismo, ni ninguno de los otros problemas que han ocupado el campo de nuestra visión. El problema capital es: CUANTA MÁS INTELIGENCIA, MÁS ESTUPIDEZ. (Gombrowicz, 2011: 815)
No se trata solamente de una humorada; Gombrowicz argumenta con agudeza que esto es así, porque “no hay un lenguaje para expresar su ignorancia”, y por lo tanto “deben expresar siempre y exclusivamente su conocimiento, su ‘dominio de la materia’”. Y todavía agrega:
Cuando se sientan en el estrado y toman la palabra, la suerte está echada: tienen que saber, no pueden no saber o saber más o menos, no pueden indicar, ni siquiera con un gesto, con un guiño, que su conocimiento está lleno de lagunas y es muy aproximado…
Desde el campo de todas las discusiones que absorben la episteme occidental, no llegará una sola voz que empiece por “no sé exactamente…, no conozco…, no lo he leído a fondo…, quién pudiera recordarlo todo…, no hay tiempo para leer…, sé algo pero no muy bien…” Y sin embargo, ¡habría que comenzar por ahí! (817)
De manera que sentado ocasionalmente en este estrado me apuro a declarar:
No sé exactamente
No lo he leído a fondo
Sé algo pero no muy bien
O, más precisamente: aquí hay algo de lo que encontré (mucho más de lo que hubiera imaginado) al recorrer la obra de Gombrowicz con esta clave dialéctica.
Introducción. La dialéctica/muchas dialécticas
¿A qué me refiero exactamente al hablar de dialéctica? Después de todo, como muestra Fredric Jameson en el primer capítulo de su libro Valencias de la dialéctica, no hay “una” dialéctica sino varias, entre ellas:
- La dialéctica como forma o método de pensamiento (ya presente en Aristóteles y la filosofía antigua).
- La dialéctica como sistema filosófico (materialismo dialéctico), con sus leyes (Marx-Engels).
- La ley de la transformación de la cantidad en cualidad y viceversa.
- La ley de la interpenetración de los opuestos.
- La ley de la negación de la negación.
- La dialéctica como movimiento de los conceptos (Hegel-Adorno). Según Adorno (en Introducción a la dialéctica): “Un método que se refiere a la manera del pensar, pero se diferencia al mismo tiempo de otros métodos en la medida en que intenta una y otra vez no quedar detenido” (Adorno, 2013: 34). Y también, en su tentativa de una definición: Un pensar que no se conforma con el orden conceptual, sino que lleva a cabo el arte de corregir el orden conceptual a través del ser de los objetos. Por un lado debería tratarse de un procedimiento del pensar, que puede aprenderse, pero por el otro de algo que ocurre en la cosa misma. (34-35) En vez de intentar una definición que tome en cuenta y abarque estas variantes, prefiero dar los rasgos principales con que aparece el pensamiento de tipo dialéctico en la obra y en la argumentación de Gombrowicz:
- La consideración (en su tensión) de pares de opuestos (dialéctica de las oposiciones).
- El movimiento y transformación de un término en su opuesto (lo no importante en importante, lo accidental en necesario, la huida en acometida, la muerte natural en crimen).
- La contradicción que aparece y se manifiesta bajo examen detenido: el ser inestable de todas las cosas.
- La contradicción en uno mismo: el espíritu de contradicción.
- La transformación de cantidad en calidad, pero también la degradación de la calidad por la cantidad.
- El principio de contradicción interna del pensamiento y las cosas.
- La nostalgia de totalidad en la búsqueda de lo que suprime cada afirmación y que aportan o restituyen los opuestos dialécticos.
El resto de mi exposición, a partir de aquí, es un recorrido por la obra de Gombrowicz a través de una colección de citas donde aparecen distintas inflexiones de este pensamiento dialéctico. Creo que la cantidad de ejemplos que pude encontrar (y que de ningún modo es una lista exhaustiva) prueba que la dialéctica no es un rasgo meramente accidental o esporádico en el pensamiento de Gombrowicz, sino un elemento constitutivo, insoslayable, tanto en la articulación de sus reflexiones, como en sus procedimientos narrativos. Para mostrar hasta qué punto esto es así, dividí las citas en las siguientes secciones:
- La dialéctica en su pensamiento filosófico.
- La dialéctica en su concepción literaria.
- La dialéctica en su obra.
- Su variante personal de la dialéctica de la cantidad y la calidad.
- La dialéctica en su crítica literaria.
- La dialéctica en su sensibilidad.
La dialéctica en el pensamiento de Gombrowicz
La dialéctica como pensamiento de época La idea no era seguramente nada que pudiera asombrar a un intelectual moderno –sobre todo después de Hegel–, no era desde luego descubrir las Américas, sino más bien una consecuencia natural de nuestro pensamiento actual, que se inclina con tanta pasión hacia el movimiento y el devenir, abandonando el mundo estático y determinado. (Gombrowicz, 2011: 354) Sobre el patriotismo. Espíritu de contradicción Descubriremos a ese otro polaco cuando nos volvamos contra nosotros mismos. De tal modo que el rasgo predominante de nuestro desarrollo debería ser el espíritu de contradicción. Deberemos abandonarnos a él durante muchos años, buscando en nosotros mismos precisamente lo que no queremos y ante lo cual nos resistimos. ¿La Literatura? Deberíamos tener una literatura justamente opuesta a la que se ha escrito hasta ahora, tenemos que buscar un camino nuevo en oposición a Mickiewicz y a todos los “reyes del espíritu” (…) Pero lo más doloroso será atacar en sí mismo el estilo polaco, la belleza polaca, crear una mitología y unas costumbres nuevas cuya fuente estará en aquella otra mitad nuestra, el polo opuesto; ampliar y enriquecer nuestra belleza de manera que el polaco pueda gustarse a sí mismo en dos imágenes contradictorias: como el que es actualmente y como el que destruye en sí mismo al que es. (165)
Sobre las preguntas absolutas
No, no soy exigente. No pido respuestas a las preguntas absolutas, en mi miseria me conformaría aunque fuera con un pedazo dialéctico de la verdad, que engañaría momentáneamente el hambre. (265)
Sobre el existencialismo (dialéctica razón-vida, agudeza-tontería)
Porque aquí la razón se encuentra cara a cara con el mayor y más inaprensible de los escarnecedores, con la vida. La misma razón ha descubierto y ha definido a este enemigo; podríase decir que han pensado durante tanto tiempo que han acabado por inventar algo de lo que ya no pueden pensar. Por eso, ante los productos de esta razón desnaturalizada, nos sentimos avergonzados, ya que aquí, por la magia de no se sabe qué malicia o perversión repugnante, la grandeza se convierte diabólicamente en una gran ridiculez, la profundidad conduce al fondo de la impotencia, la agudeza da directamente en la tontería y en el absurdo. ¡Y horrorizados vemos que todo esto, cuando más serio es, tanto menos serio! (270)
Sobre su recorrido propio hacia el pensamiento dialéctico
Pero, en este caso, ¿quizá me oponga al río del proletariado agitado basándome en unas razones absurdas, como Dios o las deducciones de la razón abstracta? No, esta roca desapareció de debajo de mis pies, los absolutos se mezclaron con la materia y, en el movimiento dialéctico, el pensamiento se volvió impuro, dependiente de la existencia. (278)
Dialéctica de la dialéctica en el comunismo
Un argumento perfecto y totalmente acorde con mi concepción del hombre, ya que sé con seguridad –y he intentado miles de veces expresar esta seguridad artísticamente– que la conciencia, el alma, el yo, son la resultante de nuestra situación en el mundo y entre los hombres. Ésta es probablemente la idea central del comunismo, que yo divido en dos puntos, ambos convenientes. Primo, que el hombre es un ser plantado entre los hombres, es decir, que de su postura ante el mundo decide su postura ante los hombres. Secundo, que no nos podemos fiar de nosotros mismos, que lo único que puede asegurarnos la personalidad es precisamente la más aguda conciencia de las dependencias que la forman.
Pero, ahora, ¡atención! ¡Sorprendámosles con las manos en la masa! Comprobemos las cartas con las que se juega…, y descubriremos el insólito truco por el que toda esta dialéctica se convierte en una trampa. Porque este pensamiento dialéctico y liberador se detiene justo a las puertas del comunismo: se me permite poner en duda mis propias verdades mientras estoy del lado del capitalismo; pero este mismo autocontrol debe callar en el momento en que me encuentro en las filas de la revolución. Aquí la dialéctica cede el paso al dogma, de repente, a causa de un giro asombroso, ese mundo mío relativo, móvil, confuso, se convierte en un mundo estrictamente definido, del que se sabe prácticamente todo, un mundo preciso. Hace un momento era problemático –pero ellos me han hecho así solo para que saliera más fácilmente de mi piel–, ahora que estoy con ellos, debo volverme categórico. (282)
Dialéctica del hombre abstracto y del hombre concreto
(Sobre las tentativas del hombre de salirse de sí mismo: estética pura, estructuralismo puro, religión o marxismo.)
El hecho de alcanzar los confines de lo humano tiene que ser equilibrado de inmediato por una precipitada retirada a la humanidad normal y a la mediocridad humana. Uno puede sumergirse en el abismo humano, pero a condición de volver de nuevo a la superficie. (807)
Dialéctica de la conciencia pura
Y cosa curiosa, esta contradicción fundamental (objetivismo-subjetivismo) se revela también cuando intentamos reflexionar sobre qué es la conciencia en sí, la conciencia pura, porque justamente se trata de eso, de que la conciencia siempre tiene que ser la conciencia de algo, es correlativa; yo puedo tomar conciencia de la forma de esta mesa o del movimiento de aquella vaca, pero la conciencia desligada del objeto es inconcebible puesto que es justamente esto: la toma de conciencia de algo. Así que en este caso el principio de identidad que dice que A es igual a A falla; de nuevo topamos con una contradicción esencial de nuestro pensamiento… (854)
Dialéctica de ideas y realidad
Hitler, Hitler, Hitler… ¿De dónde habrá salido Hitler? En la confusión de mi vida, en ese caos de acontecimientos, he advertido desde hace tiempo cierta lógica en el desarrollo de las tramas. Cuando una idea llega a ser dominante, empiezan a multiplicarse los hechos que la nutren desde el exterior; es como si la realidad exterior comenzara a colaborar con la interior. (422)
Dialéctica de las reglas
¡Modestia…! Me apresuro a preveniros que conozco esta regla tanto en su aspecto mundano como en el moral. Pero ¿no ha dicho el príncipe Ypsilanti que quienes saben que no se debe comer pescado con cuchillo pueden comer pescado con cuchillo? (603)
La dialéctica en su concepción literaria
Dialéctica entre concepto aristocrático y democrático de la obra
Y, sin embargo, confío en que hoy en día haya lugar en nosotros para una idea más personal y creativa del arte. En efecto, hemos estado sometidos sucesivamente a la influencia de dos conceptos: uno de ellos, aristócrata, obliga al receptor a admirar algo que no puede ni sentir ni comprender, mientras que el otro, proletario, obliga al creador a fabricar algo que desprecia, que es inferior a él y que solo puede servir a las gentes simples y a los pobres de espíritu. La lucha entre estas dos escuelas enemigas tiene lugar en nuestras propias carnes, y es tal la fuerza con que se destruyen mutuamente, que se ha creado en nosotros un vacío; ¿lograremos algún día escapar de ese baño purificados y capaces de llevar a cabo un acto creativo propio y particular? (51)
Dialéctica del aristócrata y el plebeyo
Y mi juego le gustó precisamente porque revelaba la sanguinaria, cruel y al mismo tiempo tan disimulada esencia de la aristocracia; de modo que poco a poco se dejó atraer por este juego que por mi parte consistía en acentuar cada vez más las diferencias entre nosotros; así, de una forma imperceptible, logré despojar a esos aristócratas de todas sus máscaras, dejarles al desnudo, hacer que la Aristocracia dejara de mantener oculta su verdadera naturaleza. (…) Bah, si me arrodillo ante los príncipes, no es para sucumbir ante ellos… Arrodíllate, Ricardo, para ser superior. (84)
Sobre Ferdydurke (pero también sobre Cosmos)
Dialéctica de lo casual y la forma
No voy a negar que exista la dependencia del individuo en relación a su medio; pero lo que para mí es más importante, artísticamente más creativo, psicológicamente más profundo, filosóficamente más inquietante, es que el hombre también es creado por el individuo, por otra persona. En un encuentro casual. A cada momento. Por el simple hecho de que yo soy siempre “para otro”, calculado para ser visto por otro, de que puedo existir de modo definido solo para alguien y por alguien, y de que existo, en tanto que forma, a través de otro. De manera que no se trata de que un medio me imponga los convencionalismos, o como decía Marx, de que el hombre sea producto de su clase social; se trata de mostrar el contacto del hombre con el hombre y el carácter casual, directo y salvaje de este contacto, de demostrar cómo de estos vínculos casuales nace la Forma, a menudo imprevista y absurda. (342)
Dialéctica juventud-madurez. Sobre Pornografía
El mundo está escrito para dos voces. La juventud completa la Plenitud con la No-plenitud: éste es su cometido genial. De esto precisamente hablo en Pornografía. Considero como uno de mis cometidos estéticos y espirituales capitales encontrar un modo de tratar a la juventud más agudo y más dramático del que es usual actualmente. ¡Empujarla hacia la madurez! (Es decir, desvelar sus vínculos con la madurez). (557)
Dialéctica valor-subvalor. Sobre Pornografía
La autenticidad y la inautenticidad de la vida me resultan igualmente preciosas; mi antinomia está construida por un lado por el Valor y por el otro por el Sub-valor… La Insuficiencia…, el Subdesarrollo… Esto es mi aportación más importante, personal y específica. La falta de seriedad es, en mi opinión tan importante para el hombre como la seriedad. Si el filósofo dice que “el hombre quiere ser Dios”, yo añadiría: “el hombre quisiere ser joven”.
Según mi juicio, uno de los instrumentos de esta dialéctica Plenitud-No- plenitud, Valor-Sub-valor, son las diferentes edades del hombre. Por eso atribuyo un papel tan inconmensurable y tan dramático a la edad inicial, a la juventud. Y por eso mismo mi mundo está degradado: es como si usted agarrara al Espíritu por el cogote y lo sumergiera en la ligereza, en la inferioridad… (563)
Dialéctica de lo insignificante-significativo. Sobre Cosmos
Todavía en relación con Cosmos: de entre la infinidad de fenómenos que me rodean, extraigo uno. Reparo, por ejemplo, en un cenicero en mi mesa (el resto de los objetos de la mesa desaparecen en la nada). Si consigo justificar por qué me he fijado justamente en el cenicero (“quería hacer caer la ceniza de mi cigarrillo”), todo está en orden.
Si reparo en el cenicero por casualidad, sin ninguna intención, pero no vuelvo a reparar más en él, también todo está en orden. Ahora bien, si tras haberte fijado en este fenómeno insignificante, vuelves a él por segunda vez… ¡Maldición! ¿Por qué te has fijado de nuevo en él si carece de importancia? Ah, ¿entonces es que significa algo para ti, si has vuelto a él…? He aquí cómo, por el mismo hecho de haberte detenido ilícitamente en este fenómeno un segundo más, el objeto ya comienza a destacar, se carga de sentido… No, no (te defiendes), ¡es un cenicero normal y corriente! –¿Normal y corriente? ¿Por qué te defiendes de él si es normal y corriente?
He aquí cómo un fenómeno se convierte en una obsesión. (782)
La dialéctica en su obra
Dialéctica de lo casual y lo necesario
- Filifor forrado de niño (prefacio) Por fin, ¿somos nosotros los que creamos la forma o más bien es ella la que nos crea? Bah, bah, conocía hace años a un escritor al cual, al comienzo de su carrera literaria, le salió un libro heroico en sumo grado. Por pura casualidad, ya en sus primeras palabras golpeó la tecla heroica, aunque hubiese podido igualmente empezar de modo escéptico o, por ejemplo, lírico; pero las primeras frases le salieron heroicas, en vista de lo cual, y teniendo en cuenta la armonía de la construcción, ya era imposible no intensificar y graduar el heroísmo hasta el final. (…) En vano el desgraciado héroe de su heroísmo se avergonzaba y se ocultaba, tratando de zafarse de esa partícula suya; la partícula, tras haberlo agarrado bien, ya no quería soltarlo, y tuvo que adaptarse a su partícula. (Gombrowicz, 2003: 96)
Dialéctica de la cantidad y la calidad
- Filifor forrado de niño Tuve, por ejemplo, una paciente enferma de timidez. No pude curarla con audacia porque no la asimilaba, pero le apliqué una dosis tan fuerte de timidez, que no la pudo aguantar. Y, como no pudo soportar la timidez, se animó y volvióse de pronto locamente audaz. (121)
Dialéctica del análisis y la síntesis. Dinero, cantidad convertida en calidad. La lucha entre el analista y el profesor de síntesis
Solo después de colocados 97 zlotys advertimos los primeros síntomas de extrañeza, y al llegar a 115 su mirada, que hasta ese momento se posaba en el doctor Poklewski, en el docente y en mí, comenzó a sintetizarse algo sobre el dinero.
Al llegar a cien mil, Filifor jadeaba pesadamente, Anti-Filifor empezaba a inquietarse un poco y hasta ese momento heterogénea cortesana consiguió cierta concentración, miraba, fascinada, el montón creciente, que en rigor dejaba de ser montón; trató de contar, pero ya los cálculos no le salían bien. La suma dejaba de ser suma, convertíase en algo inabarcable, inconcebible, en algo superior a la suma, hacía estallar el cerebro por su enormidad, como el firmamento. (122)
Interpenetración de los contrarios
- Filimor forrado de niño (prefacio) La tortura del desarrollo no desarrollado, el dolor de la forma no formada. La analítica tortura de la síntesis, y la sintética tortura del análisis. La tortura de la espantosa interdependencia, del mutuo debilitamiento, de la compenetración recíproca de todas las torturas y todas las partes.
Construcción del personaje del Sr. Cieciszowski: la negación permanente de lo que se afirma
Creo que es el personaje más extraño que he conocido en toda mi vida. No estoy tan loco como para opinar nada en estos tiempos, o como para no opinar. Pero ya que te quedaste aquí, dirígete enseguida a la Legación o no lo hagas. Preséntate allá o no te presentes, porque es igual si te presentas que si no te presentas. Te podrás exponer o no exponer a graves riesgos. (Gombrowicz, 1986: 16)
Construcción del personaje del Ministro Feliks Kosiubidzki
Comida
El Ministro Feliks Kosiubidzki es uno de los hombres más extraños con los que he tropezado en la vida. Un Gordito Delgado, un poco grueso; tenía también la nariz Delgada y Gordita, el ojo turbio, los dedos Finos y Gorditos, y también la pierna Delgada y Gordita un poco gruesa; tenía una bella calva como de Bronce que cubría con una cabellera negra y rojiza. (21)
Me sirvió Cerveza Caliente; pero era cerveza y no era cerveza, porque aunque Cerveza parecía condimentada con vino; y el Queso no era Queso, porque aunque Queso parecía que no fuera Queso… (105)
Dialéctica de la huida transformada en acometida
Y entonces el archigenio de aquel estadista se reveló una vez más en todo su archipoder… en efecto, LA IGNOMINIOSA HUÍDA DEL REY SE TRANSFORMÓ EN UNA CARGA DE INFANTERÍA, y ya no se sabía si EL REY HUÍA o si EL REY DIRIGÍA EL ASALTO. (“El banquete”, en Gombrowicz, 2000: 17)
Dialéctica ficción-realidad, conjetura versus evidencia
Con el resto de mis fuerzas confiaba en que mi obstinación y perseverancia serían recompensadas, que mi pasión llegaría a dar cuenta de la resistencia que se le oponía, con tanto empeño y tantas expresiones faciales distintas que finalmente no pudiera ya la situación mantenerse y que, al llegar al punto máximo, se resolviera de alguna manera y diera nacimiento a algo, a algo ya no en el reino de la ficción, sino a algo real. (“Crimen premeditado”, en Gombrowicz, 2000: 177)
Su versión personal de la dialéctica de la cantidad y la calidad
Degradación de la calidad por la cantidad
–Ah, sí, ¡la Biblioteca! –dijo Gonzalo–, la Biblioteca; pero qué de problemas me da, qué de conflictos me produce. Contiene las Obras más preciosas, las más veneradas, escritas por los máximos genios, por los espíritus más selectos de la Humanidad; pero de qué me sirven, señores, si se muerden, se muerden una a otra, y también, debido a su número excesivo se devalúan, su excesiva abundancia las Abarata… (Gombrowicz, 1986: 103)
La calidad también se convierte en cantidad
Pregunté al bibliotecario, el señor Gueri, un modelo ideal de funcionario, vestido de negro, con cuello blanco y corbata, si era capaz de decirme qué porcentaje de volúmenes de su biblioteca multimilenaria estaba en circulación y qué otro descansaba en la paz eterna, requiescat in pace. Me miró con desconfianza y me dio una respuesta evasiva. Pregunté si el gobierno estaba ya preparando medidas para afrontar la llegada inminente del desbordamiento total, cuando las bibliotecas hagan estallar las ciudades, cuando haya que entregarles no solo edificios, sino barrios enteros, cuando los libros y las obras de arte acumulados inunden los campos y los bosques desbordándose de las ciudad llenas hasta reventar.
–No olvidemos –añadí– que al mismo tiempo que la cantidad se convierte en calidad, la calidad se transforma en cantidad… (Gombrowicz, 2011: 173)
Dialéctica de la cantidad y la moral Crítica a El hombre rebelde, de Albert Camus:
El acto más horripilante se vuelve fácil cuando el camino que lo atraviesa es un camino ya abierto: así, en los campos de concentración el camino hacia la muerte estaba ya tan allanado que el burgués incapaz de matar una mosca en su casa asesinaba con facilidad a la gente. De modo que lo que hoy en día nos consterna no es este o aquel problema, sino, para decirlo de alguna manera, la disolución de los problemas en la masa humana, su aniquilamiento bajo la acción de los hombres.
Yo mato porque tú matas. Tú y él y todos vosotros torturáis, pues yo también torturo. Lo he matado porque vosotros me habríais matado de no haberlo matado yo. Tales son la conjugación y la declinación de nuestro tiempo (…) En todo el libro de Camus no encuentro esta sencilla verdad: que el pecado es inversamente proporcional al número de gente que lo comete. (74)
Dialéctica de la cantidad y la moral
Sobre los escarabajos en la playa:
Yo, el gigante, inaccesible para él por mi inmensidad, inmensidad que me hacía inexistente para él, contemplaba esa agitación… y, tendiendo la mano, lo saqué de su suplicio. Se puso en camino inmediatamente, devuelto en un segundo a la vida. Apenas hube hecho esto, cuando vi un poco más lejos un escarabajo idéntico, en una situación idéntica. Y también agitaba las patitas. Yo no tenía ganas de moverme… Pero ¿por qué salvar a uno y no a otro? ¿Por qué aquél… cuando éste…? ¿Has hecho feliz a uno y el otro ha de sufrir? Cogí una ramita, alargué la mano y lo salvé. (…) Pero sabía que aquello no podía durar eternamente; al fin y al cabo no solo esa playa, sino toda la costa, hasta donde alcanzaba la vista, estaba sembrada de escarabajos, de modo que tenía que llegar el momento en que diría “basta” y tenía que haber un primer escarabajo al que no salvaría. Pero ¿cuál? ¿Cuál? ¿Cuál? A cada momento me decía: “éste”, y lo salvaba sin poderme decidir a esa arbitrariedad terrible casi abyecta, pues ¿por qué razón éste, por qué precisamente éste? (…) ¡La cantidad! ¡La cantidad! Tuve que renunciar a la justicia, a la moral y a la humanidad, porque me venció la cantidad. (382)
Dialéctica de la cantidad y la forma Adoración del hombre cuando falta Dios:
Para que esto sucediera solo deberías reparar en cierta característica de la humanidad que consiste en que ésta tiene que estar formándose constantemente. Es como una ola compuesta de mil millones de partículas caóticas, pero que a cada momento adopta una forma determinada. Incluso en un pequeño grupo de personas conversando libremente advertiréis esa necesidad de armonizarse en una u otra forma que se crea por casualidad e independientemente de su voluntad, por la mera fuerza de una adaptación mutua…; es como si todos juntos asignasen a cada uno por separado su lugar, su “voz” en la orquesta. (420)
Dialéctica del exceso en la desnudez
Gran sensualidad de la playa, pero como siempre socavada, trunca… a derecha e izquierda muslos, pechos, espaldas, caderas, pies de muchachas, mujeres sacadas de sus escondites y flexible armonía de los muchachos. Pero el cuerpo mata al cuerpo, el cuerpo resta fuerza al cuerpo. Estas desnudeces dejan de ser un fenómeno, se disuelven en su exceso; el sol, la arena, el aire, las aniquilan y las convierten en algo ordinario. (Gombrowicz, 2006: 77)
La dialéctica en la crítica
Crítica a Mascolo (Dionys Mascolo: Le communisme. Relation et communication ou la dialectique des valeurs et des besoins):
¿Dónde estamos, pues? ¿En el país de la fuerza, de la luz, de la precisión, o bien en el sucio reino de la insuficiencia? Fuerza Debilidad Claridad Oscuridad
Método Caos Triunfo Derrota ¡Qué próximas resultan estas dos letanías, como dos hermanas! Y lo que extraña e inquieta aún más es que es por el exceso de virtud que el pensamiento se precipita en el pecado. Resulta estúpido por el exceso de sabiduría. Débil por el exceso de fuerza. Oscuro porque desea demasiado la claridad. (Gombrowicz, 2011: 134)
Crítica a Proust
Lo admiramos porque detrás de ese Proust contaminado, raro, descubrimos la desnudez de su humanidad, la verdad de sus sufrimientos y la fuerza de su sinceridad. Pero, ¡ay!, cuando examinamos mejor volvemos a descubrir detrás de la desnudez a Proust en bata, en frac o en camisón junto con todos los accesorios, la cama, las medicinas, los bibelots. Es un juego a la gallina ciega. No se sabe aquí qué es lo definitivo, si la desnudez o la vida, la enfermedad o la salud, la histeria o la fuerza. Por eso Proust es un poco de todo, profundidad y superficie, originalidad y banalidad, perspicacia y candor… cínico e ingenuo, exquisito y de mal gusto, hábil y torpe, entretenido y estudioso, ligero y pesado. (165)
Dialéctica en su sensibilidad
Contradicciones
Estoy sentado, tranquilo, miro por la ventana, observo a la mujer sentada frente a mí, de manos menudas y pecosas. Y al mismo tiempo estoy allí, en el seno del universo. Todas las contradicciones se dan un rendez-vous en mí: la calma y la locura, la sobriedad y la embriaguez, la verdad y la patraña, la grandeza y la pequeñez. (287)
Dialéctica de lo accidental y lo dominante
Tomaba un café, comía unos croissants. Y algo más. Cuando el camarero se acercó para preguntar qué deseaba, su mano pendía, silenciosa, encogida, secreta –y desocupada– hasta que, sin saber en qué pensar, pensé en un arbusto que había estado observando un día en no sé qué estación, desde la ventanilla de un tren. Esa mano me asaltó de repente en el silencio que se interpuso entre nosotros…
(…) 10:45 hs. (en casa) La mano del camarero había desaparecido y ya no estaba allí. Pero de pronto una idea de Nietzche volvió a inyectarle una dosis de existencia majestuosa. (…) ¿Qué hará ella allí, mientras yo estoy aquí? 11:30 hs. Si yo no volviera a la mano del camarero, ésta se disiparía con facilidad en la nada… Pero ahora volverá a mí porque yo he vuelto a ella. (506)
Sobre París y sus habitantes
Pero yo diría que se ha producido una especie de doloroso equívoco entre la ciudad y sus habitantes, y es que a ellos este genio se les transforma en antigenio, diríase que la propia audacia les intimida, el valor les asusta, la rebeldía les hace pusilánimes, la originalidad les empuja hacia la mediocridad…, y se ocupan de su Espíritu como unos mozos de sus vacas, a las que solo hay que limpiar, ordeñar e ir luego a vender la leche… París es un palacio, pero los parisinos me dan la sensación de ser solo el servicio palaciego… (713)
Sobre el Jardín de las Tullerías
… a la luz de la noche me vi rodeado por la desnudez de esas estatuas, una desnudez mullida y sinuosa, elástica y flexible, ágil, fina y delgada…, solo que de piedra, petrificada en frío; una paradoja, lo confieso, porque el movimiento era inmóvil, la vida estaba muerta, la molicie era dura, el calor, frío y todo eso vivía mortalmente en plena noche lunar… Me pregunté qué prodigio era ése, qué paradoja… pero la paradoja se hinchaba y se intensificaba superándose a sí misma…, y pensé que era mejor no quedarme mucho tiempo en esa paradoja, entre las estatuas, y que era mejor marcharse… (713)
Dialéctica vida-muerte
En los senderos que parten de la falda existe un límite donde terminan las luces de las casas y hoteles y empieza la oscuridad del espacio, quebrado en montículos, un espacio enano, como inválido y envilecido. A ese límite lo llamé, por Conrad, “La línea de la sombra”, y cuando por las noches lo atravesaba, dirigiéndome a Valle Hermoso, sabía que entraba en la muerte, una muerte delicada, insignificante y lenta, pero en todo caso una agonía… y que yo mismo era el envejecimiento, una muerte viva, que imitaba a la vida, que todavía andaba, hablaba, hasta se divertía, pero que en realidad solo era vital por ser la realización gradual de la muerte. (Gombrowicz, 2006: 52)
Dialéctica de lo insignificante-significativo Conferencia en Santiago del Estero:
Mientras tanto el indio (pues tenía mucho de esta sangre) me servía el agua con el gesto esmerado del esclavo, con sus manos llamadas a servir y desprovistas de orgullo, desprovistas también de importancia. La explosión de esas manos silenciosas era tanto más terrible cuanto más silenciosas eran… porque ese chango, como todo sirviente, era quantité négligeable, era “aire”, pero precisamente por eso mismo, por su insignificancia, ¡se volvía un fenómeno de otro registro, aplastante en su marginalidad! Su no- importancia, lanzada fuera del paréntesis, allá, fuera del paréntesis, ¡se volvía importante! (Gombrowicz, 2011: 720)
Finalmente, quiero terminar con una última cita, una verdadera declaración de principios, solo en parte irónica, sobre lo que Gombrowicz consideraba su “misión histórica”:
Desgraciadamente se repite la vieja historia de los tiempos en que la derecha veía en mí un “bolchevique”, mientras que para la izquierda yo era un anacronismo insoportable. Pero de alguna manera veo en ello mi misión histórica: ah, entrar en París con desenvoltura ingenua, como un conservador-iconoclasta, un terrateniente-vanguardista, un izquierdista de derechas, un derechista de izquierdas, un sármata argentino, un plebeyo aristócrata, un artista antiartístico, un maduro inmaduro, un anarquista disciplinado, artificialmente sincero, sinceramente artificial. Eso os hará bien… ¡y también a mí! (775)
Bibliografía
Adorno, Theodor (2013). Introducción a la dialéctica. Buenos Aires: Eterna Cadencia. Gombrowicz, Witold (1982). La seducción. Barcelona: Seix Barral.
—– (1986). Trans-Atlántico. Barcelona: Anagrama.
—– (2000). Bakakai. Barcelona: Tusquets.
—– (2003). Ferdydurke. Buenos Aires: Seix Barral.
—– (2006). Diario argentino. Buenos Aires: Adriana Hidalgo.
—– (2011). Diario (1953-1969). Buenos Aires: Seix Barral.
Jameson, Fredric (2013). Valencias de la dialéctica. Buenos Aires: Eterna Cadencia.
Para leer El fantasma de Gombrowicz recorre la Argentina completo, pasen por acá.