Gombrowicz y el teatro
Mariana Cerrillo, que estuvo participando en el Congreso Gombrowicz con la ponencia “Trans-Atlántico: Gombrowicz de la novela al teatro”, escribió sobre el teatro witoldiano y las trasposiciones que se hicieron de sus novelas a las tablas en este texto que levantamos de su blog, Macedoniana. Pueden leer el texto completo por acá o siguiendo el link:
http://macedoniana.blogspot.com.ar/2014/12/gombrowicz-y-el-teatro.html
Gombrowicz escribió tres obras de teatro: “Yvonne, Princesa de Borgoña”, “El casamiento” y “Opereta”, pero dejó también el borrador inconcluso de una cuarta: “Historia”, boceto que dio lugar a “Opereta”, pero que poco tiene que ver con el plan original trazado en “Historia”.
El resto de su producción ha sido narrativa. Sin embargo, los procesos de reescritura multiplican al Gombrowicz teatral, y nos permiten ver algunas de sus novelas o cuentos transpuestos al teatro de una manera formidable.
Entre ellos, la transposición de “Ferdydurke” que Alfredo Martín tituló “Detrás de la forma”, y “La pornografía”, de Gonzalo Martínez, transposición de la novela homónima de Gombrowicz, llevaron al teatro algo de lo más renombrado de su narrativa. En el año 2009, en el Teatro Nacional Cervantes, Adrián Blanco estrena la reescritura teatral de la novela “Trans-Atlántico”, obra que dos años después participaría en el IX Festival Internacional Gombrowicz en Polonia, y se llevará los premios al Mejor espectáculo, Primer premio en Actuación (Gustavo Manzanal) y en Dirección (Adrián Blanco).
“Trans-Atlántico”, en manos de Blanco, retoma no solo la estructura narrativa de la novela en su nivel fabular, sino que recrea en escena, plásticamente, los recursos expresivos y estéticos de la narrativa de Gombrowicz. Los contrastes, las contradicciones, el caos, el ritmo propio de la escritura, hasta su estética recargada y grotesca se traducen en movimientos y colores, a través de la construcción de una partitura semiótica impecable.
Por otro lado, las problemáticas de la forma, la inmadurez, pero sobre todo de la “polonidad”, son el motor de la fantástica aventura autobiográfica del escritor polaco, y tienen su correlato en el teatro a partir de un grupo de hombres que cuestionan los valores tradicionales de la Nación, y que se juegan su subversión en la persecución y el deseo de un cuerpo joven, bello e inmaduro. Gombrowicz, omnipresente, abre el plano de la evocación para que suceda el relato, que será la trama de la novela transpuesta, y lo cierra en carcajada sobre la estupidez generalizada: la risa liberadora, la risa subversiva.
Blanco trabaja con el material narrativo dándole cuerpo en la escena: Gombrowicz escritor, hombre, pensador, se reúnen en el cuerpo del actor para significar en la relación con los otros, en el espacio, en las palabras declamadas, y decir su propio yo, inasible, esquivo, provocador e inmaduro. Siempre inmaduro.
Este año se realizó en Argentina el I Congreso Gombrowicz. Nunca pensé que habría tantos apasionados por la locura gombrowiczeana reunidos en un lugar, pero sucedió. Tuve la suerte de poder participar de esta experiencia fantástica donde se intentó poner bajo una lupa (deforme, porque así lo hubiese querido Witold) un hombre-fenómeno-literato que rompió los moldes y muchas otras cosas. Las lecturas de sus obras fueron múltiples y enriquecedoras.